por Antonio Navarrete Mosqueda
Dentro
del rubro educativo, un proyecto de intervención es un plan para lograr
llevar a cabo mejoras en los procesos donde se hayan detectado fallas o
procedimientos susceptibles de tener mejoramiento o algunos indicadores
de posibles problemáticas. Un primer acercamiento hacia la resolución
de las situaciones conflictivas es lograr
identificarlas normalmente mediante un proyecto de investigación. Una
vez que se ha identificado la cuestión que demanda atención, es posible
embarcarse en el diseño de un proyecto designado para resolver
favorablemente las situaciones encontradas. Consecuentemente, se elabora
un diagnóstico que permita ver en forma comprehensiva la magnitud y
alcance de las cuestiones problemáticas o que requieren mejoramiento.
Con el diagnóstico se podrá tener una idea de lo que representa para la
institución las cuestiones problemáticas y que el posponer una
intervención puede tener consecuencias no deseables para los
involucrados en los procesos educativos.
Así
mismo, es parte del proceso el delimitar el problema, de tal forma que
haya claridad entre lo que se ha identificado y las acciones que se
proponen para mejorar esa situación. Los involucrados en un proceso de
intervención educativa requieren conocer las extensiones de las
situaciones problemáticas y las modalidades en que pueden emprenderse
acciones tendientes a resolver los planteamientos iniciales. Con la
delimitación del problema, pueden los involucrados emprender las
acciones pues ya saben a lo que se enfrentan. Como parte integral del
proyecto, es necesario justificar y fundamentar la intervención. Esta
es la parte donde se explica el porqué se pretende realizar el proyecto
y para qué se quiere llevar a cabo. Esta parte del proyecto busca
establecer las bases sobre las cuales se van a explorar las formas
indicadas para que la labor educativa fluya de manera que permita un
crecimiento.
Partiendo
de la situación ya identificada, de la elaboración de un diagnóstico,
con la finalidad de saber más acertadamente qué medidas son las más
pertinentes para el caso que nos ocupa y con las razones expuestas, se
proponen los objetivos de la intervención. Esto permite al proyecto
tener una dirección específica explicando a dónde se pretende llegar y
qué se espera lograr al final del proyecto. A
partir de entonces, se elaboran las estrategias encaminadas a la
resolución gradual de las dificultades encontradas especificando
acciones concretas que se implementarán durante el proceso. Las
estrategias especifican las formas en que se van a atacar las
situaciones problemáticas y pretenden establecer un orden lógico y
efectivo de actuar en los asuntos que se pretenden resolver o mejorar.
Para
darle continuidad al diseño, se deben determinar las condiciones de
aplicación del proyecto, es decir los recursos, tiempos, participantes,
formas de evaluación y seguimiento. Una vez reunido lo anterior, se
presenta el proyecto para su autorización. Esto es, a grandes rasgos, lo
que según el documento de la UPN se demanda de un proyecto de intervención. [1]
Indudablemente,
para planear el diseño de un proyecto de intervención, lo primero que
tenemos que hacer es responder a las siguientes preguntas:[2]
· ¿QUÉ HACER?: Propuesta
· ¿PARA QUÉ? : planteamiento del contexto y del problema.
· ¿A QUIÉNES?: personas implicadas como destinatarios.
· ¿CON QUIÉNES?: personas implicadas como responsables.
· ¿DÓNDE? : lugares y espacios en donde se realizan las actividades.
· ¿CUÁNDO? : cuadro temporal en el que se realizará
· ¿CUÁNTO? : Etapas previstas y cantidad de actividades especificas a llevar a cabo.
· ¿CÓMO? : técnicas a usar.
· ¿CON QUÉ? : medios e instrumentos con los que contamos.
· EVALUACIÓN: Monitoreo - Evaluación Parcial - Evaluación Final.
Prosiguiendo
con la pauta marcada por este conjunto de preguntas, el diseño de un
proyecto de intervención educativa tiene un primer paso que logre
establecer una visión de lo que se pretende hacer. La denominación del proyecto es una introducción en
la que se presenta brevemente de qué se va a tratar el proyecto. Un
buen diseño de un proyecto debe considerar ampliamente estos pasos
iniciales, pues son la carta de presentación de todo el trabajo. Es así
que se debe pensar en un título atractivo, pues se pretende que el éste
sugiera la temática que va a abarcar el proyecto. Generalmente, el
título se expresa en forma clara de tal manera que abarque entre 17 y 21
palabras aproximadamente. Además, es importante que haya concordancia
entre el título, la problemática que se pretende resolver y los
resultados que se esperan. Además, la redacción debe ser cuidadosa.
El siguiente punto a planear es el marco temático
que es el apartado en que se definen las acepciones que se van a
manejar de la terminología que se incluye en el proyecto educativo. Se
debe considerar la orientación del proyecto para darle la acepción más
apropiada a los vocablos a utilizar. Esto permite cierto nivel de
claridad semántica en el diseño general del proyecto. Adicionalmente, es
recomendable hacer referencia a otros programas
que hayan podido servir de precedente al proyecto que se está poniendo
en marcha, con la finalidad de conocer las similitudes y diferencias que
hayan podido existir entre la forma como se abordaron las
problemáticas. Es importante enmarcar el estudio y nombrar aquellos
trabajos que sirven de fundamento al proyecto que se pretende llevar a
cabo. Como conclusión de este primer segmento del diseño de un proyecto,
se menciona también el organismo ejecutor y patrocinante.
Es necesario definir el grupo de gente que estará a cargo de llevar a
cabo los procesos de la intervención y también el organismo que funge
como patrocinador del proyecto.
La
segunda parte del diseño del proyecto de intervención le da forma y
caracterización al proyecto, pues lo define con amplitud. Es en esta
sección donde se describe la naturaleza del proyecto, es donde
se debe expresar la génesis y la misión de todo el programa; de dónde
viene y hacia dónde se dirige. Para lograr lo anterior, se propone que
se haga una descripción en
forma de relato conciso de lo que se trata el proyecto, donde se
asiente brevemente lo que se piensa hacer respecto a las áreas donde se
hayan detectado cuestiones problemáticas o zonas de desarrollo. Es una propuesta de la razón de ser del proyecto. En esta misma vertiente, se establece la urgencia del problema.
Relatar el problema que se ha encontrado o las áreas de oportunidad y
explicar la pertinencia de la implementación y la imposibilidad de
posponer más un proyecto dirigido a atacar las problemáticas
encontradas.
Emparejada a la descripción debe existir una propuesta de solución
dentro del mismo segmento, pues la idea dominante de todo el trabajo es
que se logren superar detalles encontrados en los procesos educativos.
No es suficiente indicar lo que está fallando, es necesario decidir
cuáles son los mejores caminos a seguir para lograr vencer las
dificultades encontradas o fortalecer ciertas áreas. Es por ello que en
esta parte del diseño se requiere explicar claramente por qué las
propuestas que incluye el proyecto son las mejores y las más viables
para afrontar decididamente las problemáticas identificadas.
Ahora bien, es importante llevar a cabo una delimitación de la parte tangible del proyecto, por lo que hay que considerar al marco institucional.
Un punto sobresaliente a tomar en cuenta es que no siempre es la
institución donde se implantará el proyecto la encargada de aplicarlo.
Existen otras instituciones que se pueden hacer cargo del diseño e
implementación de un proyecto. Por lo tanto, debe existir una clara
definición de la naturaleza de la organización, su estructura orgánica y
los procedimientos personales o administrativos que deberán llevarse a
cabo.
Una
vez descrito lo anterior, se está en posibilidades de continuar con una
parte central en el diseño, pues proporciona un sentido claro de
orientación y pone sobre bases firmes de la finalidad del proyecto. La finalidad debe justificar el proyecto y los objetivos, a la vez que establece un margen de coherencia
entre las pretenciones del proyecto y los objetivos marcados. Esta
parte del diseño establece el rumbo a seguir y marca los tiempos en que
se deben ir cumpliendo los pasos intermedios antes de llegar al puerto
de destino. Los involucrados en el proceso adquieren certeza y confianza
de llevar a cabo sus labores con una dirección bien marcada que les
impida invertir esfuerzos y recursos en áreas que no son prioridad del
proyecto.
La
finalidad del proyecto tiene en la verificación a un aliado temperante,
pues es el elemento que permite hacer diagnósticos durante la mayoría
de los pasos del proceso. Es importante que las aspiraciones del
proyecto brinden la oportunidad de llevar a cabo revisiones de la buena
marcha de las distintas etapas. Por otro lado, se debe especificar si
las finalidades contribuyen en sí a la consecución de un fin específico o
son escalafones para la consecución de algún otro fin que las abarca.
Sin embargo, el elemento central que le da un rumbo definido a la
finalidad del proyecto es la elaboración de los objetivos tanto
generales como específicos.
Los
objetivos narran los propósitos del proyecto, la visión de lo que se
pretende alcanzar y los logros que se esperan obtener al final del
proceso. Deben ser congruentes con la definición del problema y con las
estrategias a seguir para atacar la problemática. Se requiere que sean
proporcionales a los demás componentes del proyecto, para evitar
visiones cortas o anhelos inalcanzables.
Es así como el objetivo
principal o general resume el plan maestro que marca en forma global el
punto al que se pretende llegar con el proyecto. De manera más
concreta, los objetivos específicos describen los pasos y acciones a
llevarse a cabo para consolidar el objetivo general. Generalmente son
descripciones de acciones que utilizan verbos en infinitivo y claramente
dicen qué se va a lograr.
Los objetivos, para que sean útiles, deben gozar de tres características:
· Claridad
de formulación. Evitar las ambigüedades de tal forma que todos los
involucrados en los procesos tengan ideas claras sobre su
responsabilidad y sepan a dónde se dirige el proyecto.
· Posibilidad
de medida. Deben ser realistas y deben admitir las acciones tendientes a
medir su avance, efectividad y nivel de realización.
· Expresados
en términos operativos. Aparte de ser claros y medibles, los objetivos
deben estar encaminados a dejar implícitas las acciones que se van a
emprender para lograr cumplirlos.
Por
todo ello, es claro que se debe tener sumo cuidado en la elaboración y
redacción de los objetivos, pues le dan un rostro presente y futuro al
proyecto y establecen amplia y concretamente las finalidades del
proyecto. Similarmente, las metas contribuyen a darle forma y sentido a
los distintos pasos del proceso.
Las metas
son los logros específicos que se van a alcanzar durante el proyecto y
al final de este. Dan sentido práctico y operativo a los objetivos,
describen acciones específicas, indican cuánto se quiere lograr, cuándo y
dónde se pretende hacerlo. Las metas establecen movimientos concretos
que se realizan para conseguir los objetivos y por lo tanto, brindan la
oportunidad de realizar un seguimiento cercano y detallado de los logros
que van conformando procesos terminados y que finalmente construyen el
proyecto de intervención educativa como tal.
Ahora
bien, con la finalidad de darle un sentido práctico al proyecto, se
debe especificar quiénes, en qué medida, y en qué forma van a lograr
acceder a los resultados positivos de la implantación del proyecto. En
este apartado se indica en quién se estaba pensando cuando se decidió
emprender un proyecto de intervención, es decir, quiénes serán los
usuarios de las bondades de los resultados del proyecto. Por un lado, los beneficiarios
pueden ser inmediatos, es decir se debe especificar quiénes son los
usuarios directos del proyecto de intervención, y por el otro están los
beneficiarios finales o indirectos, quienes reciben las bondades de los
impactos del proyecto, aun cuando sea en forma secundaria o indirecta.
En este apartado es preciso indicar:
· Situación general de la institución.
· Ocupación de los beneficiarios del proyecto.
· Acceso a los servicios.
· Criterios de inclusión o exclusión.
· Zona geográfica determinada.
· Procedimientos de selección.
En esta altura del diseño del proyecto, es conveniente mencionar la importancia de especificar las actividades
de las que se componen los procesos. Las actividades son una
descripción detallada de las acciones que se van a emprender para
conseguir realizar las metas y los objetivos. Es necesario describir
en forma concreta cómo y con qué acciones se logrará llegar a la
realización de las metas y de los objetivos, mediante un listado
explícito de un programa de actividades encaminadas a obtener productos y
conseguir metas.
Se debe fijar la metodología a seguir, el ritmo y la dinámica del
proceso. Así mismo, se incluyen las responsabilidades y cobertura de los
involucrados en el proceso, la coordinación del desempeño de acciones,
etc. Las actividades, a su vez, tienen en los productos su evidencia
primordial.
Los productos
son el resultado de realización de las actividades y la condición
previa para el logro de las metas y de los objetivos. Es importante no
confundir los productos con los efectos, que son el resultado de la
utilización de los productos para lograr los objetivos. Para darle un
seguimiento cercano a los productos, es necesario tomar en cuenta que
deben cumplir con tres requisitos, el primero es que la realización de
las actividades para obtenerlos pueda efectuarse y comprobarse. En
seguida, se debe tomar en cuenta que los productos deben estar ordenados según una secuencia temporal lógica y, finalmente, que sean realizables con los recursos disponibles.
Una vez considerados los productos como resultado de las actividades, la siguiente parte del diseño es una descripción de la localización física y la cobertura espacial.
En otras palabras, en esta parte del diseño se debe especificar el
lugar donde se lleva a cabo la intervención, los alcances y limitaciones
de la actuación en los procesos de la intervención. Primeramente se
menciona la ubicación a grandes rasgos y se denomina macrolocalización,
que es la identificación de la zona o región donde se pone en marcha la
intervención. En segundo término, se asienta la microlocalización, es
decir, se especifica la ciudad, colonia y dirección de la institución o
instituciones donde se emprende la intervención educativa.
Aparte de la localización, se debe proponer la respuesta a la pregunta cuándo, o lo que es lo mismo, la temporización.
Se debe detallar cuándo inicia el proyecto, cuándo termina, cuándo se
llevan a cabo las actividades, cuándo se evalúa, cuánto tiempo dura la
implantación del proyecto de intervención, cuánto tiempo después se
llevarán a cabo actividades o procesos de seguimiento, etc. Se deben
especificar fechas y tiempos de inicio, duración y terminación para lograr ofrecer una visión global de proyecto de intervención.
A
esta altura del diseño ya se ha respondido a la pregunta dónde y a la
pregunta cuándo. Ahora toca el turno para responder a la pregunta con
qué, mediante la identificación de las necesidades y los recursos.
Para lograrlo, se sugiere relatar un pormenor de las necesidades del
segmento de la población hacia quién va dirigido el proyecto de
intervención con la finalidad de darle sentido a las acciones
emprendidas, para lo cual debe haberse llevado un programa de
recolección de la información pertinente. Por otro lado, todo proyecto
requiere de una serie de recursos para lograr los objetivos y las metas.
Son cinco tipos de recursos.
En
el primer escalón se encuentran los recursos sociales, por lo que es
necesario especificar los recursos con los que cuentan las personas o
las instituciones para involucrarse en el proyecto. Por ejemplo, si
existen centros que puedan ayudar a los padres con sus hijos mientras
están involucrados en el proceso, o las redes sociales de las que
disponen las personas para apoyarse durante la realización de las
actividades.
Enseguida
se mencionan los recursos humanos, es aquí donde se debe anotar el tipo
de personal y sus credenciales con las que cuenta la implementación del
proyecto. También se detallan las funciones y responsabilidades de los involucrados en el proyecto. En este apartado es importante detallar lo siguiente:
· Administración
del proyecto: En el diseño del proyecto se incluyen los pormenores de
las líneas de gestión para lograr la ejecución del proyecto.
· Organigrama: Detalle jerárquico de los involucrados en el proceso. En qué parte de la organización se incluye el proyecto.
· Funciones del personal: Enlistar las responsabilidades de cada uno de los agentes ejecutores del proceso.
· Relaciones del personal: El flujo de la autoridad y ejecuciones del proyecto.
· Mecanismos de control. Cómo se irá verificando el avance de las acciones y de las metas.
· Sistemas de evaluación interna. Formas en que se marcará el alcance de los diferentes pasos del proyecto.
· Canales
de información. Qué formatos y vías se utilizarán para agilizar la
información de todos los avances de los procesos del proyecto de
intervención.
El siguiente tipo de recursos son los materiales, es decir, se especifica qué
es lo que se necesita para desarrollar adecuadamente el proyecto. Están
seguidos por los recursos técnicos que detallan qué instrumentos
tecnológicos se utilizarán para una eficaz realización del proyecto.
Finalmente, se mencionan los recursos financieros, cuya misión es el
establecimiento de un presupuesto de los costos y gastos de la
realización del proyecto. En pocas palabras, es imprescindible especificar
la cantidad y calidad de recursos, servicios, bienes, etc. que son
necesarios para la realización de los procesos incluidos en el proyecto.
Después
de los recursos, el diseño del proyecto demanda que se asiente con
claridad qué tipo de intervención se estará llevando a cabo. Tal es el
caso que la intervención puede tener un formato individual o grupal. Por
ello, hay que afirmar qué alcance tiene el proyecto y si abarca
individuos o grupos de individuos. Si es grupal, entonces hay que
especificar si es homogéneo o heterogéneo, a la vez que determinar
puntos variantes o de encuentro respecto a la edad, las necesidades y la
relación con el problema del grupo de población destinatario del
proyecto de intervención. Si va a ser meramente informativo o implicará
acción, se deberá definir si el proyecto que se emprende tiene como
finalidad proporcionar información únicamente o también propone
estrategias y acciones designadas para abordar las necesidades
identificadas.
La intervención también requiere que se definan los métodos y técnicas a utilizar.
Para sentar las bases en las que se recarga el proyecto, hay que
especificar la metodología involucrada en este proyecto. Así mismo, se
debe indicar qué procedimientos estarán dictando la ejecución de los
diversos pasos que implica un proyecto de intervención.
Surge entonces la necesidad de dejar en claro qué procesos de evaluación
se llevarán a cabo durante la implantación del proyecto y la
valorización de los resultados obtenidos al final del mismo, con miras a
hacer ajustes necesarios o emprender algún otro proyecto que ataque
otras áreas que se hayan detectado que requieran atención. Para estas
alturas, el diseño del proyecto está cercano a estar completo, tan sólo
restan analizar los factores externos
o pre-requisitos de los logros, pues hay cuestiones de carácter externo
sobre las cuales no se posee un control total y sin embargo pueden
afectar radicalmente la realización efectiva del proyecto. Es por ello
que, muchas de estas cuestiones son requisito para el buen término del
proyecto, siempre y cuando se sepan manejar adecuadamente.
De
esta forma, resulta importante tomar en cuenta que la especificación de
estos factores implica que deben ser realistas y fundamentados, es
decir, que tengan coherencia con las necesidades a cubrir. También que
sean precisos y que se expresen en términos concretos. Finalmente, deben
ser completos y exponerse ampliamente para su total comprensión.
Dentro
de estos factores externos, se pueden mencionar los datos económicos,
pues la realización de un proyecto supone unos costos y la
disponibilidad de fuentes de recursos. Entre ellos se encuentran:
· Gastos previstos. Qué se planea que represente un costo para la puesta en marcha del proyecto.
· Material y equipo. Costo de mobiliario, costo de material.
· Personal.
Este gasto depende del número de personas que se planea participen
activamente en el programa y que reciban pago por ello.
· Dietas
y desplazamientos. Gasto de desplazamiento personal: Transporte,
alojamiento, alimentación y en general todos los viáticos.
· Mantenimiento.
Gastos fijos como el alquiler de un local para llevar a cabo el
programa, luz, agua, gastos variables como posibles reparaciones, etc.
· Gastos.
Costo total, que es la suma de los diferentes gastos. Costo directo, lo
directamente relacionados con la prestación del servicio. Costos
indirectos, son servicios complementarios que se originan como resultado
de la ejecución del proyecto. Costos fijos, no sufren variación, como
los sueldos del personal. Costos variables, como la contratación de
personal para tareas específicas.
· Gasto
comparativo con otros programas. En este apartado es importante
proporcionar información acerca del gasto que supone otros programas en
funcionamiento con objetivos similares.
· Gasto
comparativo con la no intervención. Establecer claramente el gasto que
la no intervención tendría para el estado de la institución comparándolo
con el estado que se conseguiría con la ejecución del programa.
Con
base en lo anterior, se puede tener una visión de los puntos
importantes sobre los cuales construir un diseño de un proyecto de
intervención que logre subvenir las fallas encontradas o que presente
caminos de acción orientados a aumentar el nivel de desempeño de un
proceso educativo. Compete ahora, al responsable del proyecto, adoptar y
adaptar los distintos pasos descritos para el diseño de un proyecto a
su propio ambiente donde se requiera implantar un proyecto de
intervención educativa.
Cada
institución o centro donde se deba implantar una intervención posee
rasgos propios y necesidades únicas, por lo que se debe llevar a cabo
una planeación muy cuidadosa y detallada para que la implantación del
proyecto de intervención educativa tenga un impacto positivo y los
beneficiarios puedan hacer uso de los buenos resultados obtenidos.
Se ha pretendido mediante esta descripción general de un diseño de proyecto que el lector tenga una visión global de lo que implica llevar a cabo una empresa de tal magnitud, y que se informe con otras fuentes de los diferentes modelos que puede adoptar en su diseño propio.
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